viernes, 9 de diciembre de 2011

Bibliobibicletas - Bibliocicletas - Bibliocletas


Bibliobibicletas - Bibliocicletas - Bibliocletas: bicicletas y servicios bibliotecarios

Artículo tomado de: http://www.biblogtecarios.es/

Paseo de la Quinta (Burgos, España)
La imagen que abre este post corresponde al camino que recorro en bicicleta todas las mañanas de verano cuando me dirijo a la biblioteca en que trabajo, en Burgos. Ciertamente, atravesar el bosquecillo del Paseo de la Quinta burgalés a horas tan tempranas, iniciar la jornada con un mínimo ejercicio al aire libre en este paraje, con la casi exclusiva compañía de unas ardillas que en ocasiones cruzan raudas la pista que discurre paralela al río y alguna lechuza que nos advierte su presencia con su característico canto, resulta sumamente estimulante, pese a que no llegue a compensar las horas sedentes de la jornada laboral.

Un bibliotecario en bicicleta… Aunque, bien pensado, el binomio biblioteca/bicicleta no es algo que debiera sorprendernos. Es verdad que a primera vista los mundos del bibliotecario y el ciclista son muy diferentes, pero no por eso han de ser antagónicos, sino que en muchos casos resultan complementarios. Así lo cree Krissy, la apasionada Bibliotecaria Ciclista. Pero los organizadores de la ruta Cycling for libraries, que transcurrió entre Copenhague y Berlín desde el 28 de mayo al 7 de junio pasados —y en la que participaron varias decenas de bibliotecarios-ciclistas alemanes, daneses y finlandeses, además de media docena procedentes de Letonia, para asistir al 100. Deutscher Bibliothekartag—, van bastante más allá:
[…] las bicicletas y las bibliotecas representan exactamente los mismos valores. La democracia, la accesibilidad, la igualdad, el pragmatismo, la eficiencia, el humanismo, el individualismo, el mantenimiento, la sostenibilidad. Y el movimiento, por supuesto.
Los principios de operación de las bicicletas y las bibliotecas son evidentes para cualquier observador, sin magia oculta Ambas son herramientas prácticas de viaje, para la ampliación de los alcances del cuerpo y la mente.
Curiosamente, especialmente las bibliotecas públicas también comparten una historia política con las bicicletas. Ambas han sido importantes herramientas en los procesos de emancipación de los trabajadores, las mujeres y otros grupos oprimidos. Son las herramientas de la igualdad.
Es fácil simpatizar con las bicicletas y las bibliotecas. Si habla con cualquier persona en el mundo, sin duda amará bicis y bibliotecas... ambos conceptos son universales y fáciles de entender. Cualquier persona sensible puede imaginar la conexión entre el ciclismo y la bibliotecología.
O sea, que —en realidad— no debería ser noticia que un bibliotecario como Helen Scholtz haya decidido ir en bicicleta a su trabajo. Aunque resulta gratificante saber que el equipo Biblio bike —compuesto por tres bibliotecarias— participó en el evento Mit dem Rad zur Ar­beit organizado en el verano de 2010 por la Universität Hamburg para fomentar el uso de la bicicleta entre sus empleados.
A estas alturas de la supuesta "revolución ciclista” parece que la relación más simple entre bibliotecas y bicicletas debería ser un asunto más que resuelto, de modo que noticias como la instalación de unos simples aparcabicis a la puerta de la Biblioteca Provincial de Huelva no llamarían nuestra atención si no fuera porque esto ha ocurrido después de que los usuarios hayan pasado más de diez años reclamándolo.

Servicios bibliotecarios en bicicleta

Pero lo que de verdad nos interesa ahora son las experiencias de servicios bibliotecarios realizados en bicicleta. Y es que este vehículo permite extender estos servicios hasta donde se encuentra el ciudadano. Así lo ha comprendido, por ejemplo, el Ayuntamiento de Estepona (Málaga, España), cuya Delegación de Juventud ha puesto en marcha un nuevo servicio al servicio de lugareños y turistas: dos bibliobicis que recorren el Paseo Marítimo de la localidad ofreciendo en préstamo obras para leer en las horas de ocio playero. Más curioso parece el proyecto Lectura en la línea puesto recientemente en marcha en el puesto fronterizo de Tijuana. Las bibliobicis de este servicio —coordinado por el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC), el Programa Nacional de Salas de Lectura, así como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta)— ofrecen a los automovilistas que pretenden atravesar la frontera con Estados Unidos —con un promedio de entre 30 minutos y dos horas de espera— el préstamo de libros, principalmente de autores bajacalifornianos, para su distracción durante ese tiempo.
En ocasiones los proyectos de servicios bibliotecarios en bicicleta están vinculados a otras actividades culturales (o no) y su objetivo entra más en el campo del marketing que en el de la extensión bibliotecaria. Es el caso de MOBIL, un servicio activo en tres de los principales parques de Lisboa (Portugal) como actividad paralela del ciclo de exposiciones de arte contemporáneo Estados-Gerais que se desarrolló entre abril y julio de 2009. Sobre un vehículo construido con materiales reciclados, su fondo estaba compuesto por publicaciones portuguesas e internacionales dedicadas al ámbito de las artes visuales (diseño, arquitectura, política, filosofía…).

Book bike en un parque de Chicago (Estados Unidos)
Por lo general, estos servicios suelen partir de la iniciativa privada, que pretende de esta manera cubrir algunas carencias que la Administración no satisface. Es el caso del proyecto BookBike@thebookbike en Twitter—, puesto en marcha en julio de 2008 por iniciativa del editor Gabriel Levinson, que ha distribuido durante los fines de semana por los principales parques de Chicago (Estados Unidos) más de 4.000 libros de editoriales independientes. Además de acercar la lectura a los ciudadanos que disfrutan de esos espacios verdes, el objetivo de este proyecto —que subsiste mediante donativos— es difundir los fondos de esas pequeñas editoriales marginadas por los principales canales de comercialización. O el del servicio establecido en Colonia Caroya (Córdoba, Argentina) por iniciativa de un grupo de jóvenes para promover la bici y la lectura, que con la financiación de una Fundación privada. Pero ello no es óbice para que algunos servicios de bibliobici hayan contado con el impulso de las autoridades, como parece ser el caso del existente en la delegación de Coyoacán (México D.F.), cuyas bibliocicletas ofrecen préstamo quincenal, o el que desarrolla su actividad en los barrios céntricos de la amazónica ciudad de Maués (Brasil), que cuenta con un fondo de 20.000 títulos. Sin embargo, en otras ocasiones estos servicios han surgido no ya por la incapacidad de las autoridades para crear nuevas bibliotecas sino incluso frente a su empeño por cerrar las existentes. Tal es el caso de la bibliobici que recorre los barrios de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), idea que surgió como vindicación del bibliotecario Eduardo Quiller cuando se cerró su biblioteca en el Centro Cultural Guaracal/La Morita y que hoy cuenta con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).


Bibliocicleta
Pese a la imagen que puedan ofrecer algunos de los ejemplos mencionados, lo cierto es que los servicios de bibliobicis parecen encontrar su principal caldo de cultivo en las zonas más deprimidas. Hace ya ocho años que APROCOL (Association pour la Promotion des Connaissances livresques), en colaboración con las escuelas, estableció un servicio de bibliocicletas con préstamo semanal para fomentar la lectura entre los niños de los barrios desfavorecidos de Uagadugú (capital de Burkina Faso), donde el libro es un producto de lujo. Los primeros libros eran donaciones de libros usados procedentes de Suiza y Francia, pero afortunadamente hoy su depósito se ha convertido en el germen de una pequeña biblioteca de barrio.

Aunque existen en otros lugares, es en Brasil donde hemos encontrado más referencias de servicios bibliociclotecarios. Algunos, por sus limitaciones, como el ideado por Augusto Leal en Simões Filho (Bahía), no gestionan préstamos domiciliarios, mientras otros combinan posibilidades y servicios. Así, el servicio de bicicloteca impulsado por Robson Mendoça —fundador del Movimento Estadual de População em Situação de Rua— surgió de la necesidad de reintegrar a las personas sin hogar e impulsar medidas para la movilidad y la sostenibilidad en São Paulo. Pero, yendo un poco más allá, incorpora un servicio de registro para facilitar la búsqueda de familiares perdidos, algo muy común entre las personas que viven en la calle de aquella urbe. En el extrarradio de la misma ciudad existe otro servicio de bicicloteca que nació en el transcurso de una de las caminatas de Donde Miras Expedición Cultural por América Latina, en la que participó Robinson Binho Padial, hombre inquieto que ya había creado una pequeña biblioteca en su bar del barrio de Campo Limpo. Se dio una suerte de intercambio de ejemplares entre la bicicloteca que Binho construyó para la ocasión y los lectores de las zonas que visitaban. Espontáneamente, las mismas gentes que aceptaban el regalo ofrecieron a su vez donaciones, con lo que el fondo de la bicicloteca fue creciendo. Luego el proyecto se asentó en una favela de São Paulo y reciben donaciones de ropas, muebles o juguetes que ofrecen como incentivo a las personas que leen los libros; cuenta con su propio blog.
Afortunadamente, parece que los servicios bibliotecarios en bicicleta van expandiéndose poco a poco gracias al éxito de algunos de estos proyectos. Así ocurre en Chile, donde el servicio de biblioteca móvil Bibliocicleta amarilla : lectura sobre ruedas puerta a puerta de la Biblioteca nº 113 “Juan Schleyer Brandt” (Comuna de Freire) ha sido el germen de un más desarrollado servicio de bibliobús y modelo para otros proyectos similares.



1 comentario:

  1. Pero que buenisimo que halla servicio bibliotecario en bicicletas!
    Un beso Cielo !
    Pasate :)
    Escobedojimy.blogspot.com

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